Un grupo de investigadores de la Universidad de Texas ha construido el tatuaje electrónico más fino del mundo, 463 nanómetros de espesor, capaz de medir electrocardiograma, encefalograma, electromiograma, temperatura corporal y nivel de hidratación de la piel. Para ello han empleado Grafeno, lo que ha permitido que el dispositivo en sí tenga un espesor de tan sólo 0.3 nm (el resto del espesor hasta llegar a 463 nm es el polímero de soporte para la circuitería).
Al ser tan fino, el tatuaje se ajusta de un modo casi perfecto al contorno de la piel, lo cual tiene una doble ventaja. Por un lado comodidad: el usuario no lo siente en absoluto y el tatuaje es prácticamente invisible. Por otro lado, el hecho de que se adapte también a la piel evita que se formen bolsas de aire, bolsas que típicamente suceden cuando se emplean electrodos de gel y que degradan la calidad de la señal.
A pesar de su pequeño tamaño, cuando se compararon las medidas del tatuaje electrónico con medidas tomadas por un sensor de electrocardiograma convencional adyacente, las medidas proporcionadas por el tatuaje electrónico tenían una mayor calidad y permitían distinguir eventos eléctricos que no se distinguían en el sensor de electrocardiograma. Todo ello gracias a su capacidad para adaptarse a los contornos de la piel y evitar bolsas de aire.
Este tipo de dispositivos pueden tener aplicación en el desarrollo de prótesis, así como para la monitorización ambulatoria, siendo un posible sustituto de los actuales monitores Holter. También tiene potenciales aplicaciones en la industria cosmética por su capacidad de medir temperatura e hidratación de la piel.