Un grupo de investigadores australianos en la Universidad RMIT recientemente han concluido una serie de tests en animales con cápsulas capaces de realizar análisis químicos de los gases del sistema digestivo. Éstas cápsulas son pequeños cilindros de 2.6 cm de largo y 1.1 cm de diámetro. Tienen un exterior que es permeable a los gases y son capaces de analizar hidrógeno, metano y dióxido de carbono.
Las cápsulas tienen un pequeño microcontrolador y una antena inalámbrica que trabaja en 433 MHz. Empleando esa antena son capaces de transmitir datos de modo inalámbrico desde el interior del cuerpo. En los experimentos estos datos fueron recibidos por un receptor que se comunicaba con un teléfono móvil y permitía adquirir los datos. Las cápsulas se despertaban cada cinco minutos (para ahorrar batería) analizaban los gases, y enviaban información al teléfono.
Uno de los experimentos que han hecho consistió en monitorizar los gases que producían cerdos (los cuales tienen un sistema digestivo muy similar al de los seres humanos) cuando se les daba una dieta rica en fibra y otra dieta baja en fibra. Los datos obtenidos con la cápsula muestran que la dieta baja en fibra produjo cuatro veces más hidrógeno en el intestino delgado que la dieta alta en fibra. Esto fue una sorpresa, ya que típicamente hidrógeno se obtiene a través de la fermentación y se esperaba que la dieta más rica en fibra produciría más gas fermentado.
Este hallazgo, y otros similares que puedan realizarse con estas cápsulas, van a permitir ganar información acerca de complicaciones digestivas que puedan tener pacientes humanos, o ganar más información en general sobre el proceso digestivo. Las cápsulas son muy baratas, teniendo un costo actual que ronda los cinco dólares. Su batería dura más de cuatro días, tiempo más que suficiente para ser expulsadas naturalmente por el cuerpo una vez han concluido su trabajo. Este año esperan realizar los primeros tests clínicos con pacientes humanos.
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