Todas las prótesis activas disponibles actualmente de modo comercial emplean el electromiograma de algún músculo del paciente para enviar comandos a la prótesis como, por ejemplo, abrir la mano o cerrar la mano. Esto quiere decir que el paciente "tiene que aprender" a controlar la prótesis controlando la activación y desactivación de uno o varios músculos del cuerpo. Por poner un ejemplo concreto, en cogerle el hombro podría significar cerrar la mano, y relajar el hombro podría significar abrir la mano.
La panacea en el mundo de las prótesis es conseguir conectar directamente el sistema nervioso del paciente a la prótesis, de tal modo que el paciente simplemente piensa lo que quiere hacer, y la prótesis lo hace. Esto es precisamente lo que han conseguido un equipo de científicos de la Universidad Johns Hopkins en colaboración con la Universidad de Utah.
Estos científicos le han implantado a Erik Sorto, un norteamericano de 34 años que desde los 21 está inmovilizado del cuello hacia abajo, unos sensores dentro de su cráneo en contacto directo con regiones diferentes del cerebro. Estos sensores tienen cerca de 100 puntos de contacto con el cerebro y permiten registrar actividad eléctrica de sus neuronas. Esta actividad eléctrica es enviada a un brazo mecánico que la interpreta y la traduce en comandos. De este modo, se ha conseguido que Erik simplemente tenga que pensar "coger la cerveza" para que el brazo mecánico coja la cerveza. En palabras de Erick "Por primera vez en 13 años, he podido beber mi primera cerveza por mí mismo".
Para conseguir esto, previamente a la operación quirúrgica para implantar los sensores el equipo médico empleó técnicas de imagen funcional para ver qué regiones de su cerebro eran activas cuando Erik "pensaba" en mover un brazo. Una vez localizaron estas regiones, implantaron los sensores sin ellas. De este modo Erik lo único que tenía que hacer era pensar en mover un brazo para generar los comandos que controlarían la prótesis.
Esto constituye un gran avance en el mundo de las prótesis y abre la puerta a un futuro en el cual el control de dichas prótesis será completamente trivial e intuitivo para los usuarios. No obstante, quedan algunos problemas por resolver y estudiar, como la viabilidad y el funcionamiento de los implantes que lleva en el cerebro a largo plazo. También será necesario trasmitir de modo inalámbrico los comandos desde dentro del cerebro del paciente al brazo robótico; ahora mismo literalmente esto se realiza mediante cables conectados al cráneo.
Os dejamos aquí un video Donde se puede ver como Erik coge una cerveza y la bebe, además de algunas imágenes de la operación para implantarle los sensores: