En esta ocasión os mostramos un video de Larry Hester, un norteamericano de 66 años que lleva la mitad de su vida sin ver por culpa de una retinitis pigmentosa. A Larry se le ha implantado un ojo biónico Argus® II Retinal Prosthesis, un modelo de ojo biónico que el año pasado se aprobó para uso en pacientes por la FDA de Estados Unidos. Este video se grabó la primera vez que Larry comenzó a usar el ojo biónico:
Ya hemos hablado del Argus® II Retinal Prosthesis en el pasado en este blog. Consta de tres partes principales. Por un lado, un dispositivo electrónico que se coloca "alrededor" del ojo y que tiene un electrodo conectado directamente a la retina:
Después tenemos una unidad de procesamiento de video, y unas gafas equipadas con una cámara de video. Ell video registrado por las gafas es enviado a la unidad de procesamiento de video, que tiene un tamaño un poco superior al de una cajetilla de tabaco y que el paciente puede llevar colgada del cinturón:
Esta unidad de procesamiento de video transforma el video registrado por las gafas en impulsos eléctricos que son enviados a la prótesis ocular. Esta prótesis ocular transforma esas señales en impulsos eléctricos en el electrodo de la retina, los cuales son percibidos por el nervio óptico como estimulaciones de la retina causadas por la luz. con el tiempo, el paciente va aprendiendo a interpretar de un modo más preciso estos impulsos de luz.
Si bien este modelo de ojo biónico está muy lejos de restaurar una visión normal, respecto a no ver absolutamente nada es un avance considerable y permite proporcionar un grado de autonomía bastante elevado al paciente.
En este blog también hemos hablado de otro modelo de ojo biónico más avanzado, un prototipo de investigación en este caso: Bio-Retina. Este dispositivo cuenta con un pequeño array de sensores de luminosidad que está diseñado para sustituir a los fotorreceptores dañados de nuestra retina:
Estos fotorreceptores artificiales serán los encargados de recoger la luz que entra al ojo y transformarla en impulsos eléctricos. El implante está a su vez conectado con las neuronas que transmiten el impulso eléctrico generado por una retina sana al nervio óptico y al cerebro. Por tanto, el propio implante transmite el impulso eléctrico que en condiciones normales habría generado nuestra retina y nuestro cerebro lo interpreta como información visual normal:
Lo que podría parecer ciencia-ficción hace unos pocos años hoy ya es realidad.