Un grupo de investigadores de la Universidad de New South Wales ha publicado recientemente sus progresos en el uso de nanopartículas en el tratamiento del cáncer. Cada una de estas nanopartículas estaba formada por un núcleo de óxido de hierro rodeado por un polímero diseñado para qué un fármaco (doxorubicina) pudiese acoplarse a este polímero. Cuando la nanopartícula entra en un entorno acidico (la célula con cáncer) se libera la doxorubicina en el interior de la célula cancerígena con el fin de matarla.
Además de actuar como un vehículo para suministrar el fármaco, el hecho de que las nanopartículas tuviesen un núcleo de hierro fue usado para permitir obtener mejores imágenes del tumor ya que actuaban como un agente de contraste permitiendo obtener mejores imágenes del cáncer.
Esta tecnología tiene además el potencial de permitir adaptar la terapia a cada paciente individual, adaptando las partículas a la química particular de las células cancerígenas de cada paciente. Por lo de ahora sólo se han realizado test in-vitro (es decir, sobre cultivos de células en laboratorio) con estas partículas; el siguiente paso en el desarrollo de esta tecnología es pasar a hacer test in-vivo (es decir, sobre animales vivos).